El polvo es un travieso
Quiere jugar conmigo
¡Y yo sin tiempo!
Me lo sacudo a brincos
doy vueltas a la calle
y salto bardas.
Corro a mi escuela y soplo fuerte
en un esfuerzo continuo por zafarlo.
Entro y salgo a toda prisa de mi casa
pero él me persigue empalagoso
¡Se pega como chicle en todo el cuerpo!
Y al entender -¡Por fin!-
que no puedo jugar
se va a dormir decepcionado
derecho a mi cabeza.
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