sábado, 12 de marzo de 2011

Mariana y Arturo

La rana Mariana salió de árbol para escuchar a gusto el canto de más de cien anuros que brincaban alegres bajo la lluvia.
Estaba lista para descender y unirse a los demás sapos y ranas, cuando descubrió en el estanque, apartado de todos, a Arturo, el anuro.
La rana descendió por el tronco hasta alcanzar a su amigo, quien con voz triste le dijo:
-Ni siquiera sé cantar ¿Qué clase de sapo soy?
-¡El mejor nadador! -Dijo Mariana animada. –Te he observado y sé que nadie te iguala en el nado. No sabes cuánto admiro tu destreza. Yo, por mi parte, no sé nadar, pero no me preocupo por eso.
-¡Pero eres la mejor trepadora de árboles!  -contesto Arturo con emocionada voz. – ¡Siento una gran admiración por tu habilidad!
-La admiración es recíproca, por lo que veo –dijo la ranita -¿Qué tal si nos organizamos con los demás anuros para desarrollar cada quien lo que mejor sepa hacer?
-¡Ancas a la obra! –contestó Arturo.
Cuentan que desde entonces el estanque donde habitan Mariana y Arturo se ha vuelto muy popular, pues ahí se dan cita miles de anfibios sin cola, haciendo cada quien lo que mejor sabe hacer, sólo por diversión, sin complejos por lo que no son capaces de realizar.

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